miércoles

Por la plata baila el Mono

Festival de Cosquín 2012: se supone que es un festival de folclore. En medio de las chacareras y pseudo patriotas apareció Carlos Jiménez, conocido como La Mona. No debería sorprenderme, pues ya estuvo cantando en el Coliseo Mayor de Córdoba, el antes de eso digno, Teatro del Libertador San Martín. En esa ocasión fué de la mano de Julio Boca que mostró cuánto le gustaba el dinero y cómo era capaz de cualquier cosa por él, incluyendo la demagogia a sus saltos acrobáticos. Como dicen, por la plata baila el mono.
Esta vez, en el Festival de Cosquín, el responsable de esa nauseabunda mezcla de cuarteto y folclore, permanece oculto mientras la radio, la televisión y los diarios, fingen emoción ante la "masividad" de la Mona. Los "grandes comunicadores de Córdoba" se enriquecen, la Mona se enriquece, y se logra el sucio proceso de "deseducar" a los que lo vieron en persona o por televisión.
Y sí, aquellos que fuimos a la escuela, cuando lo veíamos con sus rulos pegoteados y la mirada perdida, poniéndole el micrófono a un pobre guitarrista que no sabía si sonreir o suicidarse, teníamos ganas de pegarle...subir al escenario y darle una tunda con toda la fuerza que sirviera como prueba de que los cordobeses no somos bestias y que los argentinos no somos estúpidos. Pero la verdad es que La Mona no tiene la culpa. Su ignorancia es tan enorme que es inimputable.
Lo terrible es que el público de idiotas que aplaude porque pagó la entrada y los "grandes comunicadores de Córdoba" que tanto se emocionaron son perfectamente imputables. Y me dan ganas de hacer juegos de palabras: imputables, putables.... puta.... la señora que los dio a luz.

viernes

Observaciones sobre el rating en radio

Es notable, pero todavía hay gente que cree que la mayoría tiene siempre la verdad. Quizás esto ocurra en algunos casos, pero no en todos. No creo que sea apropiado creer que porque la mayoría profesa una determinada religión, el dios de esa religión será el verdadero. Sofismas pequeñitos como este pero peligrosos, son los que invaden los diarios, la radio y la televisión.
El rating, es decir la medición que privadamente y a cambio de dinero realiza una empresa midiendo el número de audiencia de radio y tv, sirve solamente para establecer publicidades más caras en los programas más vistos y escuchados. De ninguna manera quiere decir que esos programas sean los mejores. Basta con escuchar Cadena 3, siempre a la cabeza del rating, para entender que no son los mejores programas los más escuchados, sino los más chavacanos, los más groseros, los conducidos por gente ignorante y de poca ética, los que privilegian valores más inmundos, los que ganan el rating. Estar a la cabeza de esa medición puede considerarse casi una vergüenza, si uno entiende que podría terminar al lado de Tinelli o de Rial.
Lo que vale, lo bueno, lo que nos sirve a todos, no es seguido por una multitud sino por un grupo selecto.